Ulises navegando

y estratagemas y navegaciones,
Ítaca se diluye en la memoria
de Ulises, que en la popa, pensativamente
mira el efímero recuerdo
de espuma que la nave deja al mar.
Se van desvaneciendo las murallas
de la ciudad, los templos soleados,
aquel dorado olor de la vendimia;
los rostros frecuentados están ya
descompuestos en ojos, y sonrisas
y pómulos confusos, que no logra
agrupar su memoria.
Ítaca apenas
es algo más que un nombre; sólo un nombre
en el que la esperanza se encastilla.
El poema Ulises navegando da una visión del olvido, en este caso Ulises tras muchas batallas y viajes poco a poco va olvidando su pasado en Ítaca hasta un punto en el que por mucho que lo piense solo tiene vagos recuerdos.
JUAN ANTONIO OLMEDO (Málaga, 1951)
Arrepentido Ulises
Creyéndolos humanos privados de su imagen
te rogué que les dieras su primitiva forma,
el eco de las risas, el sabor de las lágrimas,
el gozo de la amable conversación nocturna
brillando como hoguera que el temor ahuyentaba.
No quiero haber expuesto tantas veces la vida,
que el dolor hizo larga, para ver en sus ojos
dibujarse la burla o escuchar sus engaños.
Devuélveles, oh Circe, sus figuras de cerdos.
El poema Arrepentido Ulises da una visión del viaje como perfeccionamiento interior en el cual Ulises, tras a ver rogado a los Dioses por los recuerdos y la vida de todos y haber luchado por ello se da cuenta de que no merece la pena y ruega en este caso a Circe que vuelva otra vez a convertir a sus compañeros en cerdos pues no valoran lo que son.
MARINA AOIZ (Tafalla, 1955)
Penélope y su mudanza
I
¡Ay, Ulises, cómo duelen
los silencios del agua!
Besa el sol una caracola
abandonada en la playa.
En su espiral
las sombras de tu ausencia.
Cuando otros brazos
te hacen la noche menos larga,
crece mi tela de araña.
Yo bebo una pócima amarga
y las espinas de mis dedos
destejen la distancia.
Ulises, qué dolorosos
los silencios del agua.
II
He representado mi papel con dignidad.
Abandonado entre las matas de ilagas
el vestido de seda salvaje,
el de Mujer Araña. Ahuyento a pedradas
La caterva de sarnosos pretendientes.
¡Al fin libre! Ya no espero nada.
Ni a nadie.
La tarde lame mi piel salada.
Ser sola es mi auténtica Odisea.
El poema Penélope y su mudanza da una interpretación feminista desde el punto de vista de Penélope, la cual en la primera parte padece el dolor de la falta de su amado, la posibilidad del engaño, el paso del tiempo y el silencio; mientras que en la segunda parte se vuelve más independiente, rechaza a sus pretendientes pero ya no en pro de esperar a Ulises si no con el fin de ser libre, esa es su propia Odisea interior.
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